El Seprona de la Guardia Civil ha imputado a un cazador de 34 años, M.R.G, un delito contra la fauna y la flora por cazar furtivamente 14 corzos machos. El imputado había sido denunciado la misma mañana junto a otro cazador de 33 años por diversas infracciones.
Al ser sospechoso de no respetar el Reglamento de Armas, la Ley de Caza y el Reglamento de Telecomunicaciones, el Servicio de Protección a la Naturaleza procedió a intervenir el material de caza de que disponía el presunto furtivo. Los cazadores habían permanecido hospedados en el norte de la provincia durante varios días y fueron interceptados cuando regresaban a sus domicilios en la provincia de Huelva. Tras ser identificados se realizó un registro superficial del vehículo en el que fueron localizados dos rifles dotados de silenciador (cuya tenencia está prohibida), así como munición, cuchillos y emisoras.
Una vez requeridas las autorizaciones para la práctica cinegética en la región, se comprobó que acrecían de licencia, precisntos y documentación que amparara la caza en la comunidad, siendo requisados sus útiles de caza y elevando un acta-denuncia contra ellos.
El Seprona, sabedor de que es frecuente el traslado de furtivos a otras provincias para la caza del corzo, inició una investigación al no hallar en el vehículo trofeos ni restos de animales. Ya por la tarde, uno de los implicados, M.R.G, fue sorprendido en Doñana y Niebla recogiendo un envío postal en Huelva; el interior del paquete desprendía un fuerte olor a descomposición y se pudo comprobar que el contenido eran catorce cráneos de capreolus capreolus que carecían de precinto para su traslado.
Esta actuación se enmarca dentro de la campaña de prevención contra la caza furtiva, intensificada durante la Semana Santa, en la que colaboraron agentes del Seprona, USECIC y Seguridad Ciudadana de la Comandancia de Burgos bajo coordinación de los Agentes Medioambientales de la Junta de Castilla y León.
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